El impuesto de sucesiones y donaciones, en teoría, parece sencillo, pero su aplicación práctica puede resultar un terreno complejo. Este gravamen se activa cuando hay una transmisión de bienes y derechos de una persona física a otra, específicamente ‘mortis causa’ (por causa de muerte) y a título gratuito, lo que conocemos comúnmente como una herencia. También se aplica en el caso de donaciones ‘inter vivos’ entre personas vivas.
Este impuesto, definido como progresivo, personal y directo en la legislación tributaria, implica que a mayor cantidad heredada, mayor será el tipo impositivo aplicado. Además, recae sobre el patrimonio del receptor, no sobre el consumo.
En el contexto español, según datos del Consejo General del Notariado, el número de herencias y donaciones se duplicó en el año 2021 debido a la pandemia. Sin embargo, las renuncias a herencias en 2020 superaron las 44,000, principalmente por la incapacidad de asumir las deudas del fallecido o hacer frente al pago del impuesto de sucesiones.
¿Qué Grava Este Impuesto de Sucesiones y Donaciones?
El impuesto afecta cualquier incremento patrimonial obtenido de forma gratuita, ya sea por donación, herencia o legado. Esto incluye incluso los seguros de vida, siempre y cuando la persona asegurada haya fallecido.
Es crucial destacar que en el caso de los seguros de vida, es posible solicitar una liquidación parcial del impuesto de forma separada, permitiendo el uso anticipado de dicha cuantía, por ejemplo, para cubrir otras obligaciones tributarias.
¿Quién Cobra y Quién Paga Este Impuesto de Sucesiones y Donaciones?
La recaudación del impuesto puede depender de la legislación del país. En algunos casos, es gestionado a nivel estatal, mientras que en otros se delega a las regiones. En España, por ejemplo, la recaudación, comprobación y gestión corresponde a las comunidades autónomas. Las diferencias entre regiones pueden afectar tipos impositivos, deducciones y mínimos exentos.
Los sujetos pasivos o contribuyentes obligados a satisfacer este impuesto son los herederos y los beneficiarios del seguro de vida, en caso de que se hayan designado beneficiarios distintos a los herederos.
En España, el impuesto de sucesiones se liquida en la Comunidad Autónoma en la que residía el fallecido, independientemente de la ubicación de sus bienes. El impuesto de donaciones se paga en la comunidad donde reside el receptor de los bienes, no en la comunidad del donante.
¿Cómo Se Determina la Tributación?
Similar al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), el impuesto de sucesiones es progresivo. En España, los porcentajes varían entre el 7.65% y el 34%, con posibles bonificaciones aplicadas sobre estos porcentajes.
Las bonificaciones suelen depender del grado de parentesco. Los herederos del grupo 1, como descendientes y adoptados menores de 21 años, reciben mayores reducciones en comparación con los del grupo 2, que incluye descendientes y adoptados de 21 años o más, cónyuges y ascendientes.
Según José María Mollinedo, secretario general de Gestha, estas bonificaciones impactan significativamente en el Grupo 2 de familiares, quienes representan la mayoría de los declarantes.
El Proceso de Tributación: Desde la Base Imponible Hasta la Cuota Tributaria
La tributación de este impuesto se basa en un porcentaje (tipo impositivo) sobre cada tramo de ganancias, aplicándose reducciones estatales y autonómicas en el caso de España. Estas reducciones suelen estar vinculadas al grado de parentesco.
Luego de aplicar las reducciones, se obtiene la cuota íntegra del impuesto, la cual se multiplica por un coeficiente multiplicador. Este coeficiente, determinado por el patrimonio preexistente del contribuyente y su grupo de parentesco, resulta en la cuota tributaria final.
¿Cuándo Se Debe Pagar?
La declaración de este impuesto debe realizarse en plazos relativamente cortos después del fallecimiento o la donación. En España, el plazo es de seis meses para el Impuesto sobre Sucesiones y 30 días hábiles para el Impuesto sobre Donaciones.
En conclusión, el impuesto de sucesiones y donaciones, aunque conceptualmente simple, se convierte en un desafío en su aplicación práctica. Desde la determinación de los sujetos pasivos hasta la complejidad de las bonificaciones y reducciones, cada aspecto de este tributo contribuye a un panorama tributario diverso y detallado.
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